Para Licsi
Un pájaro blanco
Posado
Sobre tu vientre:
Limpiando los malhadados gestos
Del novio antiguamente asiduo,
El animal alado
Conduce tiernamente
Tus más insondables miedos
Hacia el habitante
Desprovisto de conciencia.
Una pequeña mano
Formándose
Y el vuelo lejano del ave:
El inicial fastidio de poseerlo
Desvanece antes de tu boca,
En cambio se conmueve
Tu instinto más natural
En aquella hinchazón corporal
Que no recuerda su gesta amatoria
Sobre el camastro
Tu cuerpo tendido
Como una ofrenda al prodigio de Dios:
La visión del cordón
Y de la misma extraña sangre
Te vinculan eternamente a
Su atrevimiento vaginal a
Su incultura de la verdad a
Él como primer redentor
De tu reducido espacio.
Su llanto interminable
Para tus ganas de amarlo
Derrama susurros extraños:
Entonces,
Suaves caricias tuyas
Lo conmueven
Y empieza a descubrir
El mundo que jamás pudiste evitar.
En la cama trajinada
Durante las noches de necesidad
El bienvenido cierra los ojos:
Y aunque intentas olvidar
La soledad matinal
tras el silencio del inocente,
tu monedero vacío
Es un elocuente homenaje
A la desesperación.
Un crucifijo en la pared
Y la imagen virginal
Te recuerdan
aquella historia milenaria:
Porque de pronto
una biblia entreabierta
Y prendas abandonadas en el suelo
iluminan los misterios
De la asunción moderna.
El pecado del hombre
Ya no es culpa
De una mujer:
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Páginas 9-11