Monthly Archives: August 2017

Alma Sangrante

Autor:   Jsoe Batazos
              Valencia – Venezuela

 

ALMA SANGRANTE

Los ladrones de lunas oscurecen mis miedos
y me escondo en el cráter donde yace mi escombro
que agoniza y espera la palmada en el hombro
que restaure mis fuerzas, mi esperanza y denuedos.

Mi locura y mis quejas paralizan mis dedos,
solo sienten alivios cuando al Whisky lo nombro,
y me libra su néctar del silencio y asombro
de mi oscura morada con recuerdos, sin credos.

En el cráter me hundo, como el hielo en mi vaso,
sin que logren mis manos aferrarse a su boca.
¡Si me lanzan la cuerda, yo me empino en la roca!

Renacer del escombro y olvidar mi fracaso,
solo puedo lograrlo si me auxilia el viajante
que perciba los gritos desde mi alma sangrante.

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 18   Julio 2017
                                   Página 8

¡Denso, muy denso!

Autor:  Rubem Leite
             Belo Horizonte – Brasil

 

¡DENSO, MUY DENSO!

 

“El timbre seguía sonando, el enmascarado no salía e yo desnudo, dentro de casa, lívido de miedo, sin saber qué hacer. Me acordé de que en la cocina había un machete. Abrí la puerta empuñando de forma amenazadora el cuchillo, pero era una monja vieja quién estaba allí de piel, con aquella cosa negra que ellas usan en la cabeza”.
(FONSECA, 1989).

 

La tarde está nublada, abochornada, cargada de relámpagos. La ventana está inquieta. El tiempo y la ventana están meramente reflejando a Miranda. La cerveza se acabó, las palomitas de maíz se acabaron, el tabaco se acabó, la película se acabó. Solo le resta dormir para no ver el paso del tiempo. Se acuesta como está, sin los calzoncillos sucios que se había quitado para lavar y que se quedaron esperándole todo lo día en lavabo del baño. Cierra los ojos, su ronquido ronronea y suena el timbre. El hombre lo ignora. Suena otra vez. Se gira a la derecha. Suena una vez más. Abre los ojos. ¡Suena! ¡Se levanta! Abre la puerta. Una vieja monja enseña los ojos, mira al medio-blando-medio-duro de quien acaba de levantarse de la cama, se atraganta, grita y se precipita por el pasillo. Debido al desánimo no sonríe ni se molesta. Va a la nevera y sigue vacía. Vuelve a su cama, cierra los ojos, su ronquido ronronea y suena el timbre. Suena otra vez. Se gira a la izquierda. Suena una vez más. Abre los ojos. ¡Suena! ¡Se levanta! Abre la puerta. Marisa, su vecina, enseña los ojos, mira al medio-blando-medio-duro, se atraganta, sonríe y adentra. Lo que viene a continuación no es difícil de imaginar. Lo que viene después lo digo yo. Ella duerme fatigada, acalorada, sin fuerzas, desgastada, pero sonriendo. Miranda se levanta, va a la cocina y vuelve con su cuchillo de placer. Finalmente el ánimo y, con él, el tener que hacer. ¡Y lo hace! Suena el timbre. Lo ignora. Suena otra vez. Levanta la cabeza. Suena otra vez. Se vuelve hacia el sonido. Suena una vez más. Se lava las manos. ¡Suena! Abre la puerta. De una acusación de exposición indecente a un flagrante de asesinato. Un año después el primer juicio.
¡Me despierto! El día no pasa, me acuesto y me duermo.
La tarde está nublada, abochornada, con pocos relámpagos. La ventana golpea, se abre, golpea. Las dos reflejan su estado de ánimo. No hay nada en la nevera, en los armarios. Duerme para no notar el paso del tiempo. Se acuesta de la misma manera que estuvo durante el día: sucio y desnudo. Cierra los ojos, ronca y suena el timbre. El hombre lo ignora. Suena otra vez. Se gira a la derecha. Suena una vez más. Abre sus ojos. ¡Suena! ¡Se levanta! Abre la puerta. Dueña Muerte, personaje de Mauricio de Souza¹, enseña sus ojos, mira al medio-blando-medio-duro de quién acaba de levantarse de la cama, se atraganta, grita y se precipita por el pasillo. Cierra la puerta y va a la nevera vacía. Entonces vuelve a su cama, cierra los ojos, ronca y suena el timbre. Lo ignora. Suena otra vez. Se gira a la izquierda. Suena una vez más. Abre los ojos. ¡Suena! ¡Se levanta! Abre la puerta. Marisa, la vecina, enseña los ojos, mira al medio-blando-medio-duro, se atraganta, sonríe y entra. Lo que viene después ya lo sabes, incluso su muerte. Mientras ella dormía, tomó su cuchillo, la mató y la descuartizó alegremente con su cuchillo de placer. Suena el timbre. ¡Lo ignora! Suena otra vez. Levanta la cabeza. Suena otra vez. Se vuelve hacía al sonido. Suena una vez más. Se lava las manos. ¡Suena! Abre la puerta. De una acusación de exposición indecente a flagrante por asesinato. Dos años después otro juicio.

¡Me despierto! El día no pasa, me acuesto y me duermo.
La tarde… La ventana… Su estado de ánimo. Todo se acabó. No hay nada. Duerme para no ver el paso del tiempo. Suena el timbre. Se levanta. Abre la puerta. El negro de toga le recuerda a Batman casi haciéndole sonreír. El Desembargador Joaquim Barbosa² enseña los ojos, mira al medio-blando-medio-duro de quién acaba de levantarse de la cama, se atraganta, grita y sale precipitado por el pasillo. Regresa a la cama. El timbre. Marisa enseña los ojos, mira al medio-blando-medio-duro, se atraganta, sonríe, adentra, goza, muere. Suena el timbre. De una acusación de exposición indecente a un flagrante de asesinato. Largo tiempo después el tan esperado juicio.
¡Entonces me despierto! El día no pasa, me acuesto y me duermo.
La tarde… La ventana… El estado de ánimo… ¡La muerte!

Versión castellana de la obra en portugués “Do Pudor ao Flagrante”, de Rubem Leite. 
Revisión de Lilian Ferreira 

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 18   Julio 2017
                                   Páginas 5-7

De círculos de azúcar

Autora:  Beatriz Rastaldo
                Cañada de Gómez – Argentina

 

De círculos de azúcar

 

El espejo con su círculos de azúcar
refleja mi piel y sus secretos.
Escribo un beso en su estática pregunta.
Desde lejos las veredas sucias abren una puerta.
Yo salgo. El espejo es la puerta de mi casa.
Deambulo
el otoño nocturno.
Sola desafío las sombras y el peligro.
Voy recordando que en la clase de la tarde
trabajamos texturas.
Áspero.
Suave.
Frío.
Tibio.
Recuerdo que en la clase de la tarde
trabajamos el humor
y la risa rompió los cristales
de un día a contramano.
El alba me guía ,camino de regreso.
Vislumbro mi casa. La puerta que el espejo
ha dejado abierta/esperándome.
Al entrar cierro el espejo
y al reflejarme, asombrada, casi sonrojada…
me enfrento a la cruda realidad.
El camino recorrido, lo hice
Sin ropa… y sin paraguas.

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 18   Julio 2017
                                   Página 4

Editorial del Décimo Octavo Número

 

 

Común denominador

El término común denominador es usado en matemática y si intentamos explicar con palabras lo numérico, se dirá que es encontrar un sustento, o un sustrato común que pueda unificar todas las propuestas. Se trata de homogenizar las propuestas que se detallan en este caso en nuestro número décimo octavo.

Las propuestas de este número son muy disímiles, las hay desde clásicos sonetos, poemas en verso libre, versos muy cortos, micro-relatos. Entonces en el fondo y en la forma lo que llaman: lo Dionisiaco y lo Apolíneo, vemos difícil establecer un común denominador del número décimo octavo.

Tampoco podemos decir que todos los autores son recurrentes, porque gracias a la literatura, nuestro número convoca sorpresas agradables de nuevos autores que se nos unen y cuyas propuestas refrescan el repertorio ordinario de Dúnamis.

A lo mejor podríamos sugerir como común denominador algún factor circunstancial y no literario; me atrevería a decir que nuestros autores están en una Caja de Música, suelen ser autores no muy conocidos en sus lugares de procedencia, no se dedican por completo a la literatura y que al abrir la Caja de Música su magia se hará presente, por ello estimado lector, no cierre la caja, vea un poco y lea la variedad de estos autores poco conocidos, pero de gran calidad que en este número lo deleitarán sonando la orquesta en el momento que usted continúe la lectura sabia y serena.

Rubem Leite, utiliza una ágil narración muy interesante y juega con dos tipos de narradores, el omnisciente y el protagonista. No adelanto líneas suyas, porque sería restarle emoción, es un relato que mantiene la emoción desde el inicio hasta el final.

“Jsoe Batazos” nos trae un poema a lo moderno, lo hace diferente su visión intimista y desarrolla un sentimiento desde el inicio hasta el final, cumple con la rima y métrica de un soneto.

Me encanta la propuesta en Prosa Poética de Beatriz Rastaldo, sobre todo a esos poetas que juegan con la ambigüedad de algún modo y Rastaldo lo hace con la indefinición de géneros, subrayo esta imagen de uno de sus poemas: Círculos de Azúcar, donde un espejo ya no volverá a tener el mismo significado: “Escribo un beso en su estática pregunta”.

Sin duda Libanny Pérez es una gratísima sorpresa, con pocas palabras construye universos y expande la poesía al infinito. Sería muy feo colocar algo en este prólogo de su poesía breve pero certera, sin duda estos poemas hacen que la gente se vuelva a enamorar de la poesía, por ello es un sacrilegio colocar acá un verso, invito al lector a leerla.

El soneto de “Miguel Starusk” es diferente al anterior comentado, este es más descriptivo, con un enfoque más externo; a pesar de la estructura rígida del soneto, hace malabares con las palabras:

 “¡Y los versos atacan! Van subiendo a mi mano
una música triste de baldía ilusión”

En el caso de Fátima Farhan, ella cultiva muy exitosamente el versolibrismo y va conduciendo al autor a su propósito, en su poema cuenta una historia interesante:

“Fui gemela que dilató relieve en penumbra,
un arenal desquiciado en el circunvolar del fuego,
al que vierte su copa donde profeso escaldar el caos”

De “Juan Clamor” nos llega un texto narrativo cuidadosamente trabajado, este es más sobrio, más pausado que el de Rubem, pero sus descripciones grandilocuentes nos invitan a tomar una taza de café y comenzar a leer: “En el centro del perímetro estaba el fogón, con patas y soportes de madera y plataforma de barro. Sobre él descansaban tres piedras y encima de ellas una olla de aluminio ennegrecida de hollín en la que hervía, al influjo del fuego generado por la combustión de la leña, una porción de frijoles que Tatica ablandaba para el almuerzo”.

Otra gratísima sorpresa viene de Luz Elena Salazar, un texto de género indefinido, utiliza la causalidad como método para imprimir ritmo, pero de lo coloquial inventa todo un mundo, de un momento construye de una percepción una historia, si el Haiku  resume un instante Luz Elena lo expande con naturalidad.

David Pérez nos propone un relato corto basado en un monólogo interior, narración pura, emoción de principio a fin, si bien es cierto no hace cambios de giro en su relato, no es necesario pues lo que cuenta es una emoción, lo ubicaría entre el género relato y el mini género confesional, pero ninguna palabra sobra y es indispensable.

Ana Bardales nos recuerda al maestro latinoamericano del cuento Horacio Quiroga, se enfoca en un sentimiento de sobrevivencia y al lector se le pone la piel de gallina: “Con la respiración entrecortada y sintiéndose casi desfallecer, vio que el rastro de aquel hombre se perdía tras la cascada, así que se adentró en el túnel creado por la propia naturaleza”.

Nuestro poeta decano, Felix Llatas, reaparece mostrando ahora una faceta desconocida, abriendo a su vez el paso a un género hasta ahora ausente en esta revista de creación literaria. Su propuesta es un monólogo con rasgos de universalidad, es ambiguo pero interesante, un salto a la dramaturgia con todo el estilo que caracteriza a este autor.

En el caso de “Giann-poesía”, nos muestra una poesía intimista descriptiva igual en verso blanco, pero que de alguna forma nos recuerda al modernismo:

“Penumbra del lago,
refleja lunas tristes
en su espejo de agua
cristal nacarado.
Entronada el alma a un árbol,
plebeya de sueños
se gelida en el pantano.”

Para concluir y ante tanta variedad de propuestas, lo que me queda es dar gracias de que en literatura no sea posible probar un Común Denominador, o sea este una utopía en la poesía.

         
                  

           Alexander Anchía Vindas
                  Consejo Editorial

 

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 18    Julio 2017
                                    Páginas 1-3

Luna Sangrante

Autor:  Emanuel Silva Bringas
             Lima – Perú

 

LUNA SANGRANTE

 

    Azorado y confundido, viendo todas sus esperanzas de repentino aplastadas, supo que su fin le había llegado. Jactanciosa su Reina, encumbrada en medio del corro, decretaba su sentencia. No, jamás se le acusó de crimen alguno, jamás se le encontró culpable de nada. Tan solo, y sin anticipo alguno de nada, lo arrastraron hasta allí, para que la Reina le pronuncie el decreto mediante el cual quedaba del todo desterrado. Echarlo al bosque aquel, era igual que lanzarlo al olvido. Ese lugar tan tétrico del cual, si algún prodigio lograba traer a alguno de vuelta, jamás lo hacía en sus cabales. Nadie volvió a saber de él, en pocas semanas se esfumó del todo la memoria de su nombre, muchas lunas trascurrieron, y jamás el corazón de aquella reina sintió el más mínimo remordimiento por lo acontecido en aquel día.

    Pero no fue lo perpetrado por la Reina lo más inusitado que llegó a ver aquella próspera comarca. Una noche, de aquellas con máximo esplendor lunar, todo en el horizonte se llenó de una marcha solemne. No eran trompetas como se hacía cuando ella salía por las calles, eran ululatos para muchos desconocidos. Un sonido que causó una confusa histeria entre la mayoría. La realeza, no obstante, bien sabía de dónde procedían tales sonidos, y no se sabría decir cual desconcierto era mayor: si el de aquellos cuya zozobra residía en lo ignoto, o el de aquellos que jamás habían oído llevando compás y solemne ritmo, algo tan salvaje como los tales alaridos.

    La plaza principal atestiguó, siendo que por curiosos o medrosos todos estaban fuera de sus aposentos, la llegada de un galante caballero, gracia y garbo desbordando. Un traje de sastre, magistral corte y confección, tela tan fina como nadie conocía, de un negro azabache acariciado por la luz de la luna. En su siniestra portaba un gran anillo, cuyo lujo se confundía con la majestuosa cabeza de su bastón, la cual conferíale apariencia de cetro. Su sombrero de copa era algo alto e impedía mirarle de lejos a los ojos, fue para todos perplejidad. Difícil decir qué cautivaba más su vista, si la finura del traje, o del aun más delicado pelaje que cubríale por debajo.

    Con tremenda soltura, aquel personaje se trepó a lo alto de la suntuosa pileta sin mojarse, y desde allí quitándose el sombrero, hizo a todos una venia. Vieron entonces por unos instantes la plenitud de su rostro: ojos, puntiagudas orejas y hocico, con el cual también empezó a enunciar, con una voz tan grácil que el más elocuente orador envidiaría, y dejando entrever el brillo del marfil en sus fauces:

    – Palma pesada es la gloria regia.
     ¡Ay de aquel!
     que sus caprichos no quiera ovacionar.
     Allá afuera el olvido es eterno.
     Rige todo el frío y la hostilidad.
     Nada importan la probidad de tus hechos
     ni la más acérrima integridad
     acumulada en el alma.
     En esta comarca nada rige
     sino tan solo el antojo,
     veleidad de corazón.

    Y así, en tanto estaban todos atónitos, todas sus bestias se habían desplegado por el lugar, escrudiñando muy de cerca a todos los villanos, mas sin llegar hasta al cortejo. Ella oteaba de lejos, aún sin dar crédito a sus ojos y oídos, preguntándose si acaso esa insólita y extravagante criatura sería el infeliz aquel del cual se cansó, como de tantos otros, mostrándose a la postre indómito ante sus designios. Después de haber sido contemplado largo rato en tensión incierta, proclamó:

    – ¡Vedme aquí!
     Al cual lanzaron cual bazofia
     ¡A mí! que hicieron morar en las sombras
     Mirad lo que el Bosque me ha hecho
     ¡Vedme aquí!
     El olvido no me ha vencido
     De su inclemencia y abuso
     he conseguido retornar.
     Demando ahora justicia
     Traed ante mí su corona
     Atadla de pies y manos
     Dejad indefensa su vida ante mis zarpas
     Ponedme a la inconmovible por pedestal.

    En estupor petrificados continuaron. La Reina no obstante, reaccionó de súbito, ordenando su presta huída. Entonces él se mostró ante todos boqui… con el hocico abierto, como si no esperase lo sucedido. Acto seguido olvidó a los mirones en derredor y danzando presumido por todo el borde de la pileta, empezó a cantar melodías primaverales. Conforme su canto se desplegaba, detrás, apenas perceptible, se desataban las estrepitosas estridencias del juicio. Feraces criaturas, alaridos de terror, colmillos que no se ablandaban ni ante el gimoteo más suplicante y lastimero. A mayor desborde de sangre, más coqueto su contorneo, y con mayor elegancia y rapidez bamboleaba su cola. En medio del crescendo alzó su nariz, captó un vaho a la distancia. Sí, el humor de hombres contra hombres. Unos cuantos villanos escaparon y echándose furiosos sobre el cortejo, intentaban derribar las andas. Sabiendo que ella podía ver ya su hora llegar sobre sí, extasiado, no pudo contener su nota más salvaje, una vez más todo se detuvo por completo, bestias y hombres; se alzó rayente hasta el cielo, irrumpiendo hasta el último rincón de cada casa, retumbando en la médula de cada corazón, hombres y bestias, su más gutural y luengo aullido.

   Llegado lo más oscuro de la noche, él no estaba más en la pileta. La trajeron ante su presencia, sujetándola por los brazos. O habían olvidado sus especificaciones, o nadie consiguió amarras. Su cabeza gacha empero, daba cuenta de que su peso reposaba sobre su cerviz cual cepo. Y así, como si de cierto hubiese un yugo macizo sobre ella, con abrumador esfuerzo alzó su rostro, apenas lo suficiente para mirarle con un solo ojo. Se bajó del trono sobre el cual estaba parado, se agachó acercando su húmeda nariz a la suya, para escuchar de inmediato la pregunta, débil como un suspiro:

     – ¿Eres tú, Rico?
   Soltó una risilla condescendiente, puso a volar su sombrero, despojose de sus finas telas, dejándolas caer dobladas sobre sus edecanes. Con una reverencia ofreciole, su bastón.
     – Contempla pues el fruto de tu infame tropelía. Yo, lealtad eterna para ti, hasta que sin razón me entregaste al olvido.

    Con un grácil brinco volvió a treparse al regio asiento, y con brazos extendidos y blanca lumbre en derredor, triunfante proclamó:

       – Luna Sangrante
        para siempre memorada
        me arrojaron a los lobos, cual maleante
        y hoy por ti volví, liderando la manada.

   Múltiples aullidos prorrumpieron, ovación saturando la sala, bestial jolgorio. Acercó a ella ávido sus nacaradas fauces; devoró sus carnes por completo.

              

Revista Dúnamis   Año 11   Número 17   Mayo 2017
                                   Páginas 28-31

Flor Amarilla

Autora:  Gina Barrios M.
               Ciudad de Guatemala – Guatemala

 

 

Flor amarilla

Es que me encanta tomar flores casi al azar, mientras salgo a caminar por los mismos lugares. Pretendiendo quizás en dejar a la suerte si el chico a quien quiero me quiere. Le arranco los pétalos a las mismas flores, pensando que el último que me quedé en la mano, sea de un destino que me favorezca. No importa que tanto camine, ni cuantas flores deshoje, el resultado es el mismo. Tan fácil como hacer que las flores no sufran una diminuta tortura, tan simple como simular que domino las matemáticas. A veces me pregunto que si yo pudiera contar muy bien mentalmente, podría deducir el resultado final, sin tener que quitarle los pétalos a las pobres flores. Son las mismas flores con la misma cantidad de pétalos, en espera de encontrar una que tenga más o menos. Pero es así que entonces, me dejo llevar por la simulada sorpresa que la respuesta final es “no me quiere”. 

 

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 17   Mayo 2017
                                   Página 27

Soy el Ser Humano

Autor:  Leugim Sarertnoc 
             Dajabon – R. Dominicana

 

SOY EL SER HUMANO

Yo soy el ser humano
piedra olvidada en el desierto
donde el dolor es un teatro alegre
y el tiempo, Perro enfermo.
Yo soy el ser humano: soledad
donde convergen todas las ideas
y atracan todas las tempestades.

Y eso nadie lo cambia.
Ni sentarse con una estrella
a ver una pieza teatral
donde el actor es otro ser humano
que se busca a sí mismo en el espectador
que se busca a sí mismo en el actor.

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 17   Mayo 2017
                                   Página 26

Súbdito de la Libertad

Autor:  Francisco T. González Cabañas
             Corrientes – Argentina

 

 

Súbdito de la Libertad

 

Detesto saber que todo tiene que tener una explicación. Aborrezco de tal indagación permanente que hacemos de la realidad y que nos hacemos de nosotros mismos. Claudio se despidió con tal frase que me condujo a extraer una serie de conclusiones.

Soberbia de por medio me puse a pensar, puesto que no soy muy afín a la actividad reflexiva que no solo no retribuye grandes beneficios además es agotadora. Con los textos de la universidad tengo suficiente lectura, por algo nos lo dan los profesores con experiencia y trayectoria. Claudio sin embargo prefiere manejarse con libertad, diría anarquía, él escoge por su cuenta los libros y los analiza sin prerrogativas ajenas, en realidad debe ser un profundo temor a verse puesto a prueba en un examen, un mecanismo de defensa infantil y mañoso por un excesivo miedo al fracaso.

Mi novia suele absorberme bastante, de todas maneras es inconmensurable la alegría que me abraza cada vez que nos vemos. Claudio sin embargo habla acerca de la ilusión del amor, cree que en verdad que la mente inventa artilugios como perpetuar el instante físico del orgasmo, manifiesta su duda ante la posibilidad de conocer a alguien por el sólo hecho de ser como es, sin parámetros sociales, económicos, ideológicos y sin las trabas inoportunas de la vestimenta, de los lugares que uno frecuenta para divertirse y hasta de la edad.

Mis amigos hablan mucho de fútbol, pero no hay nada como juntarse un día a la semana, comer una pizza y sentirse acompañado y protegido por un grupo de muchachos con preocupaciones y vidas semejantes. Claudio, sin embargo utiliza el término utilitarismo, está convencido que todos actuamos socialmente movilizados por algún tipo de interés de alguna índole, que en determinados momentos nos ponen bajo el manto protector de algún objetivo en común.

Yo voté en las últimas elecciones, sé que hoy por hoy que las cosas no funcionan muy bien, considero de todas maneras que la única solución es continuar depositando la confianza en las personas que más conocen del tema. Claudio habla de constituir un nuevo orden, puesto que a este, según él ya lo estamos enterrando. Cree que en verdad las superestructuras del poder se ríen de la democracia y que hasta un acérrimo opositor luego de un tiempo se puede transformar en un valiente oficialista. En mis ratos libres suelo mirar televisión o escuchar radio, no hay demasiadas cosas interesantes, pero siempre me cuelgo con alguno que me termina gustando. Claudio no tiene televisión, según él los medios son grandes grupos monopólicos que nos ofrecen una supuesta libertad de elección, pero que en realidad ocultan una pérfida estrategia para instalar tendencias ideológicas.

Los domingos concurro a la iglesia, escucho al padre, mucho no entiendo pero igual considero que algo tan maravilloso y tan inabordable como el mundo y el cosmos sólo pudo haber sido creado por algún Dios. Claudio sin embargo, cree que la iglesia es un factor de poder, cuenta de algunos papas que realizaban orgías, de otros que dependían a genocidas y en cuanto a Dios, según él, para su explicación del mundo no necesita de tal hipótesis, dado que los que así lo hacemos carecemos de capacidad y de valor para afrontarnos a la nada del más allá.

Siempre al mediodía almuerzo con mi familia, a veces discutimos pero nada es más gratificante que el calor de los consanguíneos. Claudio, sin embargo considera que la familia es una mera institución familiar construida para fortalecer un sistema de vida y habla de padres golpeadores, de madres alcohólicas y de interminables tragedias exclusivas del yugo familiar.

Cada uno hace lo que quiere de su vida. Pero me parece que eso de no ir a la facultad, es en realidad un miedo a exponerse, un terror a ser juzgado una actitud propia de cagones. Lo de no creer en el amor, debe esconder algún tipo de perversión sexual, quizá sea homosexual o misógino y tenga vergüenza de decirlo abiertamente. Lo de no tener amigos me parece sumamente egoísta, soberbio y hasta asqueroso. No puede ser que no deposite su confianza en personas con quien comparta cosas. Siempre dudé de su simpatía con el fascismo, aunque también crítica al orden, a la violencia y no cree en ninguna patria, zurdo no puede ser, seguramente hable de cambiar las cosas para tomar una actitud rebelde, propia de los desenfrenos de la juventud. Eso de no creer en los medios puedo llegar a entender, claro que con tantas cosas que de él escuché, estoy llegando a pensar que es en realidad una marcada acentuación de una gran paranoia.

Lo  de la iglesia….y si todos cometemos errores, pero no para generalizar y rechazar a Dios. Yo no creo en el por temor, jamás lo vi, ni lo sentí, pero cuando pienso en lo muerte se me hace la imagen de un ser bondadoso. Bueno y la coronación es el tema de la familia, que puedo decir al respecto, en fin.

Claudio es para tenerlo un rato y reírse de sus planteos alocados, todo bien. Sin embargo hay algo que me molesta de él, una tontería quizá. Siempre sabe a qué hora encontrarme cuando llama por teléfono, conoce todos los lugares que frecuento, la gente con la cual me rodeo, hasta casi adivina lo que comemos en los almuerzos familiares, y lo que el padre va a decir en su sermón.

No sé no lo veo mucho, pero lo siento, como un vigía que predice mis movimientos, como un observador permanente.

Yo en cambio no sé ni cuando duerme, ni con quien está, ni sí llora, ni lo que come, ni sé si se baña, ni en realidad cuanto lee y en qué momento, y hasta a veces por tantos misterios no sé si existe.

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 17   Mayo 2017
                                   Páginas 23-25

Estado XIV

Autor:  Elisei Virgil
             Plosca – Rumania

 

Estado XIV

pregúntame
lo que quieras;
te contesto
…no te pregunto
nada,
solo quiero
saber
por qué el ángulo
tiene
la punta
redonda
y opaco
el ojo.

 

Traducción: Tudor Serbanescu

 

Revista Dúnamis   Año 11   Número 17   Mayo 2017
                                   Página 22