Autor: Daniel A. Contreras Castro
Villavicencio – Colombia
Selene
La señal había sido dada hace unas cuantas horas y se suponía que todos debían volver a sus aposentos y esperar el nuevo día… Al parecer alguien tenía otros planes. Sus pasos eran suaves y tenues, pues no quería despertar a nadie; ya era tarde y debería estar en cama junto a los demás. El silencio retumbaba en los pasillos a medida que la luz del pequeño candelabro que le servía de guía irrumpía en la oscuridad que se apoderaba de éste lugar sepulcral; el cual de día se proclama la iluminación de la paidiá.
La hora se acercaba y me urgía salir en su búsqueda; no podía pasar la noche -como todas las demás- sin descubrir si le encontraría de nuevo. Como siempre, al llegar al piso más alto le veo contemplar el firmamento, mientras sus manos se posan sobre el lienzo que parecía siempre llevar y su mirada se perdía como aquel que ve al invisible…
Estando tan cerca deseaba saber que cautivaba su corazón; y la movilizaba a venir cada noche a éste lugar. Decidí, caminar hasta donde se encontraba; cada paso era más rápido. De repente, se oye en el profundo eco del silencio; un estruendo precipitoso que me llevó el corazón a la boca, pero, al volver a buscarla con la mirada, había desaparecido… Y al pararme desesperado en donde se encontraba, en el borde de la ventana hallé su lienzo… su obra y un mensaje -al respaldo- que decía: Selene, vuelve otra noche.
Revista Dúnamis Año 11 Número 16 Marzo 2017
Página 19