Autor: Alexander Anchía Vindas
San José – Costa Rica
Cosas que pasan y la posición del “ Me da lo Mismo”
Nada más sincero que expresar que el título de este ensayo, es producto de la mercadotecnia, para hacer este pequeño compendio de reflexiones atractivo para el lector crítico.
Este libro no fue deliberadamente planeado, surgió de camino, como una manifestación a la vida postmoderna de inicios de la segunda década del siglo XXI, de esta época postmodernista en que me encuentro inmerso junto a tantos millones de personas, que pasan por la vida color rosa.
Hoy más que nunca le va el calificativo rosa a la postmodernidad, donde pasan tantas cosas y no parece pasar nada. Donde los individuos pasan de ser uno a ser nadie en un momento. Esta primera reflexión de la presente compilación es sin duda la más reflectiva de la realidad actual, es un verdadero flash, chispazo o retrato de la realidad de la época que les he indicado.
Sin embargo al comenzar a encerrarme en estas mismas líneas, las paradojas del destino, me hacen pensar que fue bueno el título de esta obra, donde se vive en la época en que pasan cosas y no pasa ninguna. Es decir que el ser humano, ha llegado a perder la sensibilidad a tal grado en que su capacidad de asombro se ha visto maniatada, por la misma civilización que en siglos ha construido.
Evidentemente en el Africa la gente sigue muriendo de hambre, la desigualdad en el mundo, cada vez se ensancha como el big-bang. La violencia se consolida de una forma u otra, proliferan los guettos y los campos de concentración para el pensamiento crítico.
Si Nietzsche, afirmó en su momento la muerte de Dios, pareciera que es la razón la que ha muerto, o al menos desaparecido quizás por varios siglos. Todo ese cúmulo de cosas, parecieran ser más relativas, menos importantes o que un “halo de iluminación”, hace que cada vez más pasen desapercibidas.
Cuando el delirio modernista desembocó en el teatro del absurdo, o en los escritores filósofos, y otras reacciones plasmadas en el arte por Maurice Ravel, Camus, Ionescu, Sartre, etc. Se reconocía que el modernismo se había salido de un cause de sus principios éticos correctos y buenos que dieron origen al mismo.
Al asentarse el postmodernismo, pareciera que esa reflexión no es para nada importante, pues como lo afirmó un popular cantante latinoamericano de estos tiempos se vale: “Living la vida loca”
Si hay una especie en la tierra de las que componen lo que se puede llamar la franja de la vida que ha fracasado en lo social, puede decirse sin duda que es el ser humano, puede tener mejor calificación una araña, un cangrejo o un topo que se meten dentro de la tierra y ahí están a gusto, al menos estas especies no causarán un triste desenlace sobre otras.
El hombre como proyecto de un dios desunido, desoído y marginado ha involucionado como especie y ha resultado ser un completo fracaso en lo social, pues lejos de ir hacia la cooperación y la integración, sigue construyendo fronteras, guetos, espacios donde sobrevive a sí mismo, donde puede sobrevivir “sin otros seres humanos”, pero no se da cuenta que al colocar una nueva cerca, un nuevo ladrillo, lo que hace es construir su propia tumba, pues aparentemente ese dios distante colocó en el ADN del ser humano, la sociabilidad. Al menos los primeros humanos demostraron serlo, mírense las cuevas de Altamira y otros espacios rupestres donde se intentan primitivas guías para otros seres similares, ese arte primitivo tenía una conciencia social básica, era un arte funcional y no apreciativo, no existía el ego de por medio, existía la responsabilidad de advertir a otros; no importaba tanto el pintor si no el mensaje como tal.
En cada una de las eras de la humanidad hubo un pendiente, algo que no se llegó a realizar y esa factura ha ido creciendo al grado que hoy en día el proyecto humanidad es insostenible y si el ser humano no es capaz de auto-exportarse a otros espacios geográficos extra planetarios probablemente se extinguirá en pocas eras, cuántas es la verdadera pregunta. Las cosas o eventos sociales pasan ante nuestros ojos sin darnos cuenta, cada nueva generación lastimosamente viene con más defecto de fábrica, viene con valores distorsionados que para efectos de la ética clásica no son valores, o viene con menos valores éticos. Nuevas generaciones asumen el rol de la sociedad con menos sociabilidad.
En la edad Antigua el ser humano se dio cuenta de su naturaleza para lo bueno y para lo malo, lo que predominaba era la conquista, la expansión y el ser humano desarrolló un sentido innato hacia la exploración, hacia el descubrimiento, pero se diferenció poco de los animales en cuanto al respeto a sus semejantes, respeto a la diferencia, respeto hacia la cultura del otro, mantuvo instintos mucho peor que los animales, legalizando la crueldad, la masacre, el circo y haciendo un culto de la guerra. Sus dioses de ese entonces sirvieron para legalizar y ratificar sus errores. Sin duda alguna el pendiente de esa edad antigua fue la solidaridad y la convivencia. “Sálvese quien pueda”.
En la Edad Media, la metafísica y la parte espiritual acapararon la visión universal, al grado de que llegó a empachar la meticulosa religiosidad, diferenciar el grano de la paja y se dio cuenta que con la Fe se puede llegar a hacer daño, por medio de la fe se pueden efectuar sangrientas guerras o con criterios subjetivos enviar a la gente a la hoguera. Evidentemente fue una época subjetivista donde depende de la posición en que se encuentre se la pasa muy bien o muy mal. Al haber tanto subjetivismo, el progreso fue muy lento, fue una época de mucho tiempo. Más de diez generaciones vivieron en esta época, donde quizás la primera deuda del ser humano es que no fue capaz de diseñar una fe que lo hiciera inmune de las pestes, las hambres, las muertes. ¡Bienvenido ser humano a tu naturaleza!
En el renacimiento el hombre tomó conciencia de la dimensión de su propia fuerza por primera vez, se destetó de Dios, en el sentido de que se dio cuenta de que las mayores cosas que le suceden no dependen de Dios, que Dios no está para evitar y sacar al ser humano de las complicaciones y vericuetos en que este se mete. El auge en el arte, en la literatura y un incipiente auge científico se comenzaron a establecer. Los mensajes encriptados, los primeros vituperios y se insinuaron las primeras logias, para justificar el acceso al “conocimiento a unos pocos”. La religión como tal comenzó a perder fuerza y creo que nunca más en la historia de la humanidad, mientras exista el hombre se volverá a ver la fuerza que esta tuvo con esa denominación y las características del Medioevo. En el renacimiento el ser humano se percató que podía usar la naturaleza a su favor y que sus posibilidades podían ser infinitas, aprendió a romper sus límites, a romper con el pensamiento cerrado del medioevo, pero en el descubrimiento de América, el hombre vio que por sí mismo tenía la capacidad de llegar más lejos, el cuestionamiento sería hasta donde o cuál sería su límite, si es que ¿habrán límites para la acción?
La edad moderna fue sin duda la mayor oportunidad que tuvo el hombre de construir, estabilizar el rumbo de su existencia, creo nostálgicamente por ser un admirador de muchos elementos modernistas, que una oportunidad como esta nunca más volverá a aparecer en el camino del hombre. En esta edad florecieron las estructuras económicas que hoy nos gobiernan, la ciencia tuvo el máximo auge, las ciencias sociales tomaron sus preceptos, el concepto de sociedad se visualizó, la idea del hombre libre y emancipado que comenzó en la Revolución Francesa y tantos, pero tantos progresos; fue hasta en esta edad que el hombre se constituyó en lobo de la existencia en un depredador y lo pendiente fue que nunca supo donde parar, lo pendiente es que el conocimiento y el progreso no trajeron la felicidad; ya que, al finalizar esta época se dieron las dos guerras mundiales y no sirvieron de nada ni los postulados económicos, ni las teorías sociales, ni cualquier “disque antídoto“ en esta época para detener su propia barbarie, ni la filosofía racionalista o ateísta, nada fue un paliativo para toda la desgracia.
Al llegar a nuestros días no debemos omitir la mediocridad posmodernista nacida en los sesentas con los hippies y la teoría del individualismo institucionalizada por la figura paladín del posmodernismo “narciso”, y es justamente ello, lo que nos lleva al Me da lo Mismo, vivir en una sociedad de confort, de competitividad, completamente hedonista e individualista, donde lo que pareciera primar es el placer en su máxima expresión, no hay tiempo para pulimentos, ni para rigor y eso lo vemos en todos los ámbitos del quehacer humano. Juventud disconforme pero alejada de la realidad sociopolítica y cultural que le da lo mismo que quede de presidente Donald Trump, o que elijan a Bob Dylan el premio Nobel de la Literatura, que quizás en el futuro elijan a Don Burro diputado, hasta donde el ser humano se revolcará en su propia mediocridad, para dar paso a algo más. Tal parece que esta época ha favorecido una involución hacia un ser humano más inocente pero no porque no tuviese mayor capacidad; no es así, simplemente es cuestión de enajenación, de privarse de no utilizar ciertas facultades del pensamiento.
El Me da lo mismo del posmodernismo compromete el futuro, la evolución y hace transitar al ser humano en un letargo que lo convierte en vulnerable al arribo de posibles civilizaciones extraterrestres como bien lo dijo Steven Hawking. Nunca el ser humano ha estado tan vulnerable al posible arribo de civilizaciones extraterrestres, pues ha perdido facultades sociales, se ha hecho más prescindible a sí mismo del universo.
Tantos y tantos tratados e intelectuales han hablado en tan pocos años que aún llevamos de posmodernidad donde apenas hemos pasado el medio siglo de transcurrir en esta época amorfa, que libros como la Civilización del Espectáculo ya han dictado cátedra, o bien decir que las redes sociales han proliferado que la masa irreverente como lo dijo Umberto Eco tome posesión sobre las opiniones, volviendo aún más mediocre el pensamiento.
La intención con esta breve reflexión no ha sido la de alarmar, ni juzgar lo que sucede ante nuestros ojos, ni mucho menos generar una moraleja o proclamar un manifiesto que lleve hacia un lugar eterno de maravillas. Que cada uno saque sus conclusiones y asuma el rol que así desee, ojalá con miras a ser mejor ser humano y mejor humanidad. La sociedad se transforma y sigue haciéndolo queramos o no queramos. Deseo estimado lector que usted adquiera las cualidades tecnológicas, sociales, morales, analíticas y de supervivencia para adaptarse a la nueva sociedad que se avecina. ¿Cuánto más durará este posmodernismo soso? Es la pregunta del millón. ¿Con qué nos saldrá la sociedad del futuro?….
Yo seguiré en mi propio gueto de anticuado, dando la opinión sólo cuando me la pidan. Por lo tanto lo invito a usted a ampliar mis pobres palabras, a refutarme o apoyarme racionalmente en este pequeño planteamiento de que nuestra civilización no irá a ninguna parte, entre tanto no hayan valores férreos en las sociedades que sustenten un posible desarrollo, normalmente los valores están cimentados en la moralidad y esta reposa en algún concepto, así fuese vacío, de Dios.
Me da lo mismo no es un camino válido, es acelerar el hueco de una tumba, es decidir morir por omisión, lo que le suceda a otros tarde o temprano terminará sucediéndole a nosotros mismos.
Espero haber sembrado alguna inquietud que haga florecer en su interior algún deseo que nos haga mejor a todos como sociedad.
Revista Dúnamis Año 11 Número 16 Marzo 2017
Página 9-14