Lobos
San Francisco: Hermano lobo, ¿por qué nos dejaste?
Lobo: Pues…
San Francisco: ¿Acaso nuestros varones te maltrataron?
Lobo: No.
San Francisco: ¿Acaso nuestras mujeres?
Lobo: No.
San Francisco: ¿Acaso nuestros niños?
Lobo: No, ninguno de ellos. Todos fueron cordiales corderos.
San Francisco: Entonces, ¿por qué te fuiste?
Lobo: Los banqueros me quieren cobrar una tarjeta de crédito que nunca solicité.
San Francisco: ¡Huye! ¡Huye, hermano lobo! ¡Salva tu alma y tu pellejo!
Armando Escandón Muñoz
México D.F. – México
Revista Dúnamis Año 9 Número 8 Setiembre 2015
Página 18