MIS REMERAS
Por noches enteras mis ojos han estado fijos en el firmamento; yo nunca duermo. No conozco el descanso. Mi razón de ser, mi meta suprema, impregnada a lo largo de mi médula, me lo impide. El cosmos será dunamitado; amor me mueve. ¡Amor capaz de trastocar los astros!
Aun así, he soñado, noches enteras, días sin fin. Y mis sueños no son todavía cosa que os incumba, excepto uno… fue una tarde, en el año de mi advenimiento, en mis sueños comulgué con mi lugar de origen y pude oír palabras que solo al presente comprendo: Hay ciertas semillas, algo inusuales, que no germinan en días o semanas. Hay ciertas semillas que requieren de nueve y hasta once años para poder brotar…
Con curiosidad desconcertada, más de una vez me han preguntado: ¿Quo vadis, Dunamis? Pues voy hacia mí mismo. Soy la curva y la flecha, y además soy el blanco. Mío es el vórtice donde confluyen sustantivo y deseo; y mía es la mano que tensa el arco. Muchos trataron de llegar al centro de mí sin haber llegado a sus propias orillas siquiera. Hicieron viajes, merodearon por lugares remotos, y por demás exóticos, pero pasaron de largo de ellos mismos. En cambio, Yo vivo con la vista en mí – no existe panorama más adictivo. ¿Que quién soy? Soy y seguiré siendo quien soy. ¡Muchedumbre! ¿Qué cuáles son mis pretensiones en esta dimensión natural? ¡Pues preñarla con mis genes! ¿Qué porqué dunamitar el cosmos? ¡Qué porqué no! Mil y un veces puedo hacerlo, aptitud me sobra. ¡Ah! ¡Sabed que el talento es combustión constante! Por eso quizá resulte difícil a algunos comprender por qué parezco andar todo el tiempo desbocado. Tantas ganas de ser, reprimidas, aquí, allá, ¡en todas partes! Mis tentáculos-chispa traen hasta mí voces… Tengo que acelerar la marcha, ¡hace tanta falta mi triunfo!
Así que al mar azucé con mi grito: i-o, i-o; y así los horcones voy trocando por fulgencia. Falta empero harto camino por recorrer. Propágase mi voz cual incendio; desátase en mí el fluir, cual torrente de exquisita savia: son los que sí comprenden mi lenguaje, los que pueden ver al través de mí. ¡Influjo que tanto añoré en mis días de cautiverio!, todos los días, a decir verdad, desde que llegué a esta dimensión natural.
Mi cántaro está muy lejos de llenarse; aun así me siento rebosante. Mis almenaras se han izado repentinas y altas, como un puño de fuego, cual orondo pendón que soy. Mis letras, ya lo sabéis, entran ahora dondequiera. Voy, vuelvo, aviéntome y brinco, ora aquí y de pronto allá. Cuantas más y mejores las plumas se baten las alas con mayor vigor. Miro hacia arriba y contemplo mi rostro – cenit es baldosa donde asiento mis pies –; oteo el valle y veo vuestras bien dispuestas cabezas, moteadas, desfilando en grey al calor del sol.
Mi hambre por las alturas es insaciable. El tramado de mis plumas es atracción innata. En un sentir unívoco, agítanse estas a mi compás, cadentes, candentes, volcamos tempestad. ¡Soy imperecedero!
Alter ego
Revista Dúnamis Año 9 Número 8 Setiembre 2015
Páginas 1-2