Esquizofrénica verdad
Presencie esos días de felicidad, corriendo bajo la lluvia sin parar,
Apreciando como mis pies descalzos se estremecían al sentir, lo áspero de la arena tibia y la humedad del mar.
Extasiada observaba como mi pelo se alzaba lentamente junto a mi cuerpo, permitiéndome recorrer indivisibles prolongaciones de tierra
Inundadas de ese aroma verde, en donde el viento llegaba a ser tan puro y sutil
Que sin percibir se introducía hasta en lo más profundo de mi existir.
Ese silencio que envolvía a mis oídos, esa tranquilidad al saber que todo saldrá bien, esas manos firmes y esas afirmaciones finales, que siempre me enceguecían hasta que nuevamente la conciencia conseguía recobrar.
Despiertas con una libertadora descarga,
Llegaron a tiempo para rescatarte de tu desvarió circunstancial.
Todo volvió a la normalidad,
Tus brazos firmemente atados a los costados de tu cuerpo y tus piernas ligadas a la fría camilla de metal
Inerte sobre ella ya no consigues sobrevolar.
De apoco vas despertando
Puedes sentir como brota la sangre de tus labios desgarrados, percibiendo el dulce sabor amargo de los narcóticos
Y el extenuador ardor en tus brazos inducido por los fluidos suministrados.
Tu amigo vestido de blanco, elegante para la ocasión te ayuda a levantarte
Alcanzas a sentir en el momento como el frio de las baldosas te recorre de pies a cabeza
Lo reconoces al instante, al igual que las voces que intentaba serenarte.
Postrada en una silla recorres los pasillos,
Dejándote caer sin fuerzas incapaz de mantenerte en pie.
Te escoltan a tu destino, despiertas vestida elegantemente con una prenda que crea que tus brazos rodeen tu revés.
Sentada y con tranquilidad en tu frívola y reducida residencia
Sin ningún manifiesto más que enseñar
Te resguardas solo en susurros confusos para descifrar que
Nuestro aparente presente, solo forma parte de una ficticia realidad.
Florencia De Vita Araujo
San Miguel, Bs. As. – Argentina
Revista Dúnamis Año 9 Número 6 Julio 2015
Páginas 22-23