Aquel y la Noche

               

Aquel y la noche



Solitario andaba el cuerpo menudo
dando tumbos como perdido en la noche
pensando tal vez en la dicha de aquél
que feliz era al lado de sus bienqueridos.

Caminaba vagando por las sombras,
pasando al lado de perros y vagabundos,
quienes dichosos se sentían de ser
lo que en su vida siempre anhelaron.

Deprimido por la mala suerte echada
a cuestas durante treinta años de vida,
y sin imaginar lo que se avecinaba,
paró su marcha a meditar con la luna.

Derrepente, el cuerpo cayó de golpe
al suelo frío de aquella triste avenida,
atravesado por una desenvainada arma
del iracundo sujeto que le gritó: ¡bribón!.

Yerto y tendido de bruces sangrando
sollozando por dentro su desgracia,
giró su débil rostro magullado y
a su verdugo infinitamente agradeció.

 

Israel Cáceres Arroyo

 

Revista Dúnamis   Año 5   Número 5    Octubre 2011
.                                 Página 6

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