Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Páginas 12-13
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Páginas 12-13
EXISTENCIAL
Inventar la poesía
Dudas porque sabes
Es una redención
De lo que no dices.
Libertad
Te suena mal,
Pero cómo hacer
Del cuerpo una bondad
Cómo dilucidar
En estos versos
Un futuro que te haga
Hombre.
Siempre la verdad,
Siempre eres tú
Después de él;
Misma identidad
Te desconcierta
Y te crees un “homo videns”
En vez del errático fantasma.
Eduardo Núñez Salazar
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Página 8
Fernando Montalvo
A principios del 2007 contamos con el ingreso de la primera fémina a nuestra revista: Dixia Morales Soto, entonces estudiante de Comunicación Social en la UNMSM.
. En la claridad de la noche,
. Una joven apuraba el paso
. Entre madreselvas, tulipanes, alhelíes y topacios.
. Hacia el lago de las aguas tímidas y colores nuevos,
. Con premura a ahogarse se dirigía
. Sus cabellos, que siempre fueron un garabato,
. Se quedaron prendidos en las ramas de un árbol
. << Un grito de espanto despertaba a la luna de su sueño manso….
. ….y en el silencio de la noche, sólo una gardenia lloraba de frío>>
. Los siglos echaron raíces de su llanto
. Y ramas nuevas por sus brazos
. La luna, que no sabe guardar secretos,
. Espera el día para llorar
. << Ojalá nadie nunca sepa que las estrellas de esta noche,
. Como la de tantas, son sólo lágrimas…lágrimas de luna>>
. A veces…
. Cuando el viento se compadece,
. Un susurro llega como un beso a mover apenas la superficie del agua
. <<…Y en el silencio de la noche,
. la misma gardenia aún lloraba de frío>>
Dixia Morales Soto
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Página 3
Allí estaba aquella sala, amplia, aparentaba no tener confines. Poseía un ambiente raro, húmedo, silencioso… como un desierto azulado de ensueño. Era la imagen de la eternidad, así se había pretendido. Por cierto había paredes aunque pareciesen horizontes. Dos relojes tan solo revelaban el artificio. Lado a lado habían sido colocados, el uno tenía el brillo del cobre marcando las 9:15; en tanto el otro, el del estaño marcando 3:30. Lo que en ello está oculto, nadie lo ha de saber. Era un hermoso vacío, cubierto por el color ceniza del piso, a pesar de los sujetos en mantos de grana, sentados al medio. Eso me recordaba el olor de la pólvora, los padecimientos de multitudes que iban forjando mi más anhelado sueño. Una meditación placentera…
Cuando los encapuchados habían llegado, discutían. Les presté atención, encontrando interesante el asunto. Ahora en cambio hablaban de cosas más acordes con la ocasión. Se preguntaban sobre el rumbo que tomarían ahora sus vidas. También se inquietaban por los que aún no llegaban. Su gran expectativa era verse al fin juntos, conocerse en persona, lo que habían de hacer; y desde luego, lo que más comezón provocaba en sus almas: si verían o no el rostro de Nimrod.
Pasaron las horas y ya casi todos estaban allí. Una masa roja, parecíase un tapiz. No se cansaban las lenguas de hablar, ni los oídos de oír. Casi ninguno notaba la falta de tres tan solo, tres tan solo… y aquel momento cúspide estaría completo. La llegada de “Horacio”, “Wasabi” y “Cuatéhmoc” anunciaría el éxito definitivo de la operación más ambiciosa y arriesgada que hubiésemos ejecutado en toda nuestra trayectoria.
Apareció luego el mentado trío, acercándose anonadado al gentío. Al ser advertida su presencia, se hizo silencio. Dos hombres se acercaron a ellos. Eran los de aquella conversación. Se presentaron a los recién llegados, “Asama” del cuerno de África y “Wukung”, un cantonés venido de la misma región. “Horacio” hizo la introducción, para dar en seguida las excusas por la demasiada demora, relatando los contratiempos que sufrieron.
Todo el que lo oyó quedó atónito. Según decía, la caravana en que eran transportados fue atacada por el Primer Mundo. No tuvieron oportunidad de escapar y habrían sido aniquilados de no haberse presentado un fenómeno inexplicable. Se tornaron en este punto muy engorrosas sus palabras. Se daba razón de una luminosidad muy extraña que se desplazaba en tierra. No pudo culminar su relato, ya que diversas opiniones empezaron a brotar alrededor. La mayoría cuestionaba lo dicho. Sobreabundaron los argumentos desde los más ociosos hasta los más sapientes. Cuando el escarnio empezó a asomar, “Asama” hizo callar a todos.
– Yo también – dijo – he visto cosa semejante a lo que estos hombres mencionan. Fue en circunstancias muy distintas. No peligraba mi vida, no había peligro alguno. No había lugar para el miedo. Ocurrió en un punto distante del que ellos presentan. También descarta mi experiencia la alucinación colectiva, iban muchos conmigo y fui el único en ver tal cosa. Mi propio compañero aquí presente discutía sobre esto conmigo, antes que todos ustedes llegaran. Él ha callado, como yo, mientras se multiplicaban las palabras en torno a este relato; al cual yo no llamaría fascinante, sino enigmático. La razón de nuestro silencio ha sido esa… El mundo ha cambiado mucho. Recuerden, ilustres, que tras la masacre nuclear hecha en el Asia Meridional, en el primer año de la Guerra Kamikaze, comenzaron a esparcirse por las costas de todo el Índico diversas historias, cada cual más inverosímil que la otra, mas todas ellas con algo en común… Año y medio más tarde el mundo comprobaba con horror que las profundidades del océano habían ocultado por siglos a esas bestias casi indestructibles… Debo pues, suponer que estamos en el deber de…
Entonces hubo silencio, un silencio muy distinto. Observaban todos de una manera… inefable al hombre en vestimenta de gris claro y algo brillante. Un rostro severo mas algo joven. Se habían llenado de respeto ante tal presencia, aunque se hablaba en distintas lenguas de la percepción de una gran maldad reprimida en él. También se preguntaban si éste sería Nimrod…
Quien estaba ante ellos era yo. Sonreí por un momento, barrí con una mirada todo el lugar y me llené de una satisfacción añorada. Con tono solemne y evocador di rienda suelta a mis memorias:
– Veinte años han pasado desde el terrorífico bombardeo en las Antillas. Hace veinte años desde nuestra célebre respuesta que destruyó la Florida. Desde aquella gloria no vimos más otra… hasta estos días. Lo que comenzó como una guerra se tornó pronto en la más cobarde de las persecuciones. Militarmente, no volvimos a ser amenaza para el Primer Mundo. Entonces empezó el éxodo, nos ocultamos donde no pudiera alcanzar su vista, ni aun con sus más sofisticados aparatos. Entonces prosiguieron los planes ya conocidos de todos nosotros, y hemos llegado al fin a la etapa culminante. El triunfo está más que cerca. Ante ustedes Nueva Alejandría, cual arca de Noé, la cuna de una nueva humanidad. No… mejor todavía, cual Diluvio que acabará con la sociedad como la conocemos… Quizás es esto muy diferente de lo que muchos esperaban. Habrán juzgado tal vez, que esto era una sala de espera. Equívoco… es éste el centro, ¡desde el cual llevaremos la última etapa, y la victoria definitiva, de nuestra Guerra Kamikaze!
Estalló el lugar en rugidos. Fue un deleite que extrañaba. Tardaron mucho en callar. Después, uno de ellos preguntó, asustadizo:
– ¿Es usted…?
– No, – interrumpí – yo soy el Vicario, su Vicario. Solo dejará ver su rostro el día en que todas las naciones unidas se rindan a él. Por ahora, tenemos mucho trabajo. Al fin el Primer Mundo está sintiendo los efectos de nuestro desquiciado método de lucha. Están pidiendo la paz… lo cual no hace más que revelar lo degradada que está la cultura de los que se autoproclaman “civilización”. Ni siquiera son capaces de ver lo absurdo de sus palabras. No les daremos la paz. No somos nosotros quienes la retenemos. Ellos nos entregarán la paz que nos quitaron hace ya siglos, la arrebataremos de sus manos. Es éste el momento cumbre para las funciones de ustedes los intelectuales, los letrados que están haciendo reflotar lo que el Primer Mundo estuvo cerca de destruir: el alma de la humanidad. Ya no trabajarán más por regiones, ni mucho menos como individuos. Los alias desaparecerán de toda producción. En los próximos días serán organizados para que trabajen como una sola mente y no se oiga más en las naciones los discursos de “Asama”, “Qetzal” o “Wasabi”. Habrá una sola voz, un solo autor, el Consejo de Nueva Alejandría. El ente que moldeará la nueva cultura, o mejor dicho, culminará su proceso de resurrección, el cual se inició aun antes de esta Guerra.
Dicho esto di media vuelta y me retiré…
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
Páginas 17-19
– No exageres…
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
Páginas 15-16
En el verano del 2007 se realizaron varias reuniones entre los colaboradores de la revista. En una de ellas, Eduardo Nuñez Salazar, el primero en sumarse tras la presentación del primer número, presentó una original idea para llevar el editorial de la revista en lo sucesivo. Así es como Dúnamis llega a volcarse en la voz de “Alter ego“
Esa es mi función. Nadie me ha dicho que no puedo. Y aquí estoy otra vez, intentando prender la mecha, esperando el momento justo, explotando con mis palabras para rendir un culto: versar, narrar, escribir, inventar. Mi historia, calcada en muchas manos, es única sobre estas hojas de papel cuando se suceden los recuerdos y aparece arriba de todos, imponente, mi nombre: Dúnamis.
Sin duda, estoy hecho para lo que ustedes ven. En este espacio, en mi espacio, no hay un solo verbo demás. Aquí cada letra ocupa el lugar indicado. Aquí cada párrafo es un cúmulo misterioso de combinaciones seductoras. Sigo brotando, sigo escribiendo formas y mis tentáculos/chispas incandescentes son buenos motivos de envidia para los que no me pertenecen. Aquellos que no entienden el sentido de mi existencia. Admito que soy lapidario, pero no conozco otra opción. Entonces, sin su permiso, sin el permiso de ninguno, me permito ir hacia adelante.
Ya lo ven. Cada vez soy más eficaz. A cada lectura me reinvento, y todos los ojos que por mí repasan son eternos efectos de mi autoexplosión. Han dicho poemas: y mis versos y mis prosas los asaltan sin cuidado. Han dicho cuentos: y mis narraciones los acechan sin darles motivos de huida. Han dicho ensayos: y aparecen otra vez mis pensamientos, que deciden desnudarse para ustedes los encandilados. No hay vergüenza que tiña de magros mis movimientos. Les aseguro que ya no existe alguien desde este momento, quien pueda sustraer sus restos al fenómeno que represento.
No les advertí ni les advertiré nada. Ustedes se condenaron gloriosamente a verme la cara de frente. Han trazado sus caminos hacia mí, y mientras sostengan abiertas estas hojas peligrosas, lograrán comprender la esencia de mi condición, el verdadero sentido de estar presente ante todos ustedes, la razón principal y primordial para mantenerlos sedientos de mí, adictos a más no poder: escribir para dunamitar el cosmos.
Revista Dúnamis Año 1 Número 2 Julio 2007
. Páginas 1-2
En el primer número de Dúnamis publicaron dos personas bajo pseudónimo. Un estudiante de primer año de Literatura de la UNMSM publicaría sus poemas en prosa bajo el nombre de “A.Gemnis”, así estuvo estuvo estipulado desde un principio. Muy pocos días antes de proceder a la impresión de los 1500 ejemplares de la revista, un estudiante de Lingüística de la UNMSM, también del primer año, optaría a última hora por suprimir su verdadero nombre y reemplazarlo por el de “Alvaro Guerra”.
Revista Dúnamis Año 1 Número 1 Noviembre 2006
Página 8